domingo, 13 de diciembre de 2009

Tawa Inti Suyu

CINCO SIGLOS DE GUERRA KHESWAYMARA CONTRA ESPAÑA

Lima, junio de 1989

Presentación del autor

Hermanas y hermanos de Los Andes:

El mundo de hoy es consecuencia de la masacre más grande cometida en la vida de la humanidad. Relación causal une al llamado descubrimiento de América con el terror nuclear, hambre, industria tóxica, desempleo, dictaduras, terrorismo, corrupción, crimen, drogadicción.

El gigantesco botín del asalto a nuestro pueblo no creó paz, libertad, plenitud, sabiduría. Fue usado para construir la maquinaria europea industrial, militar y atómica que destruye naturalezas y pueblos.

Alemania fue obligada a pagar indemnizaciones después de la Segunda Guerra Mundial y nadie celebra hoy Auschwitz. Aunque los campos nazis fueron travesuras comparados con el crimen español, se prepara su celebración en lugar de la indemnización pendiente. Las víctimas allá fueron de raza blanca, esa la diferencia.

España no asume todavía la responsabilidad de su crimen contra la humanidad entera, por haber truncado una civilización cósmica. Por eso lo va ha celebrar, y como su gloria máxima. La deducción tiene la lógica del axioma: la mayor gloria de España es el crimen, la masacre de comunidades agrarias indefensas. Reagan, Nicaragua, Cuba, respaldan la celebración.

El español de hoy es el mismo de ayer. Su conciencia brilla, 14.000 toros al menos fueron asesinados en fiestas de regocijo popular en los siete meses de la temporada de 1986 (El País, Madrid, Lunes 15 de Diciembre de 1986, página 36, Sección Espectáculos). Sin esta afición su cultura y folklore quedarían como una cascara vaciada de sustancia. España continúa siendo foco de opresión. Lo saben sus mujeres, su juventud, las naciones y pueblos vasco, catalán, árabe, gitano, andaluz, gallego, canario, etc.

El ataque europeo de cinco siglos a nuestras comunidades es el capitulo más sangriento de nuestros 50 mil años de vida como continuidad cultural. Hoy, por la agresión colonialista la lucha más importante ya no es por mayor poder político, territorio, hegemonía económica, religiosa o cultural. La lucha es por la vida misma, como realidad natural y como especie humana.

La acción obedece al pensamiento. Y la lucha más importante hoy es de pensamiento. Sin claridad de conciencia no puede haber ideología, política ni fuerza militar propias, es decir liberadoras. Hoy el dilema vital es entre Tercer Mundo y Europa, entre el pensamiento nacido de la armonía natural de las fuerzas cósmicas y el pensamiento judeo-heleno-cristiano.

En las oscuras cavernas de su ignorancia cósmica el hombre blanco, aterrado por su desconocimiento de lo real, se puso a inventar armas, y entre ellas inventó dioses irreales, tristes y vengativos. La máxima conquista de este pensamiento enfermo es la Bomba Atómica.

El dilema es entre pensamiento real, cósmico, amáutico y pensamiento metafísico, anticósmico, europeo. Esta alternativa no deja lugar para la neutralidad, duda e indiferencia. O acabamos con el dominio del hombre blanco o éste acaba con el mundo.

La lucha es desigual. El pensamiento europeo es creador y dueño de Estados Unidos y de la Unión Soviética. Ellos congelan la creatividad de los pueblos mediante gobiernos y oposiciones, ejercitos y guerrillas. Europa es propietaria del mundo, de sus materias primas, máquinas, técnicas, bancos, transportes, ejércitos, iglesias, universidades, guerrillas, artes, etc.

El hombre blanco tiene en su puño la difusión de las ideas. Engrandece su eco premiando a cuentistas y escribidores. Los colonizadores laureados lo entretienen con su retórica vacía y además, le ayudan a esconder la raíz de la opresión colonial, la opresión de las naciones originarias.

Por otro lado silencia toda posibilidad de voz conciencial. Este libro es un ejemplo. Quemado tras un golpe militar en Bolivia, ocultado en depósitos húmedos de una imprenta en México pese a la demanda, una editorial norteamericana grande incumplió el contrato de publicación por no haber sido convertido en elogio del capitalismo, su traducción francesa, años de esfuerzo, desapareció por obra de un francés, antropólogo e izquierdista, todavía considerado defensor del indio.

Tiempos de crisis son de iluminación. En el colapso del siglo XX el poder del hombre blanco alcanza su plenitud. Parece, finalmente, haberse apropiado y para siempre del planeta entero. Y ahora, justamente, comienza a resquebrajarse su control y aparece la posibilidad de un frente mundial de liberación.

La mujer descubre las raíces de su opresión en las bases judías, helénicas y cristianas del pensamiento europeo (Jehová es macho, Zeus viola y mata a su madre, la diosa Hera, Tierra, y comienza el Olimpo y solamente hombres son aptos para una ofrenda correcta a dioses). Y entiende que gobierno, industria, sindicato, partido,, etc. reproducen y magnifican la opresión familiar de la mujer.

Las juventudes blancas se avergüenzan de las aficiones genocidas de sus antepasados. Rechazan su sociedad, incluidos partidos revolucionarios industriales. Atacan la maquina industrial, militar, nuclear, y envidian la inseparable unión indio-Naturaleza.

Los ecologistas enseñan que una industria, incluida la atómica, limpia y compatible con la Naturaleza y la vida simplemente no existe.

Los obreros van viendo que la propiedad de los “medios de producción” es problema menor a la existencia misma de la estructura industrial letal, bajo cualquier sistema político.

El sufrimiento está haciendo más ostensible cada día la diferencia entre las creaciones de la ciencia europea, abortos legales y letales, y las creaciones de la Naturaleza, vivas y vivificantes. La fe ciega en aquella se diluye rápidamente. Crece el convencimiento de que su primer resultado, la industria, es antinatural, patriarcal -es decir antimujer y antijuventud- uniformadora, etnocida, agresiva, opresora, masificadora, antiestética, y letal, a corto, mediano o largo plazo. Se comienza a entender por qué la industria nació produciendo armas, pues en ellas se usaron, por primera vez, piezas mecánicas intercambiables, y por qué sus productos últimos tienen por fuerza que ser letales, radioactivos.


Europa no ha creado un mundo libre, justo ni limpio. Ha fracasado, sin embargo sigue dominándonos. Ello es posible porque la Euroesclerosis usa fuerza ajena, la del Tercer Mundo, la nuestra. Puede lograrlo porque se autodividió en dos, derecha e izquierda. Estados Unidos y Rusia, a dúo inarmónico -aunque sincronizados- convencieron al mundo que son entre sí enemigos irreconciliables. Europa, mediante ellos obliga a los pueblos a matarse unos a otros y a sí mismos. Está claro, cualquier resultado será la victoria del colonialismo europeo.

El truco está gastándose. Dejo de ser un secreto que Estados Unidos y Rusia coinciden en aspectos fundamentales. Ambos se basan en dos creencias no probadas: los productos de la Naturaleza son ilimitados y la industria garantiza una sana existencia humana además de ser capaz de remediar los desastres causados por ella misma.

Derecha e izquierda adoran al desarrollo y progreso, es decir a la destrucción ilimitada de la Naturaleza y de los pueblos.

Ambos son las mayores fábricas de armas de este mundo, ya absurdamente sobrearmado, sobre todo a nivel radiactivo. Exportando armamento al Tercer Mundo profitan doble, en dinero y sangre.

Capitalismo y comunismo no sólo se parecen, se complementan. Aquel despoja a los pueblos de su habilidad para alimentarse, vestirse, alojarse, educarse, curarse, divertirse, vivir por si mismos. Prepara la ecuación comunista: más pequeños e inhábiles los pueblos, más grande y poderoso el gobierno. El partido sabe y manda, la masa aprende y obedece.

El capital, las multinacionales, concentran económico, político, militar, científico. El superestado ya puede engullirlo todo de un bocado.

Los engranajes del capital internacional trituran el espíritu y la cultura de las naciones. Los engranajes de la internacional ideológica pueden ya obligarlas a trabajar, hablar, reír, llorar, vestir, callar, pensar, y soñar al unísono.

La metrópoli capitalista es hambre, crimen, droga, prostitución, racismo, machismo, dictadura, terror, mafia, libertinaje, degradación sexual, y enfermedades resultantes, delincuencia, sadismo, etc. La gente, desesperada por esta múltiple plaga, acepta y hasta lucha por implantar la rutina uniformada.

El derrumbe del imperialismo capitalista no es el fin del dominio del pensamiento europeo. Al contrario, prepara su máxima consolidación, mediante el imperialismo ideológico de poder total. Los rebeldes implantan un régimen donde toda rebeldía, sea social o individual, sea impensable.

El comunismo y el capitalismo no sólo se parecen y complementan, Forman una sola unidad. Son el proceso de dominación mundial del hombre blanco. Pueden existir solamente juntos, porque la razón de ser del uno es el otro. Por eso las superpotencias, después del regateo aconsejado por las buenas maneras diplomáticas, se reparten países y continentes.

La empresa colonial tiene dos socios principales. Ellos compiten por el control gerencial, pero cuando la empresa está en peligro, se unen para salvarla. Atacan juntos a los pueblos que se liberan, de la única manera posible, guiándose por su propia sabiduría, como sectores del pueblo indio americano, africano, asiático y más claramente contra Irán, la parte fundamental del mundo islámico.

La dicotomía capitalismo-comunismo es tan ostensible como falsa. Ellos, en el fondo, no son dos, son uno. Y una sola entidad merece un solo nombre. Yo llamo Capicom al monstruo bicéfalo, genocida, etnocida, imperialista, patriarcal, tóxico y radioactivo.

Este monstruo es peligroso porque está medio loco. Su religión le ha creado una mente infernal, gravita hacia el apocalipsis nuclear. Y lo desencadenará si no lo maniatamos pronto.

Por ser anticósmico Capicom tiene mente mecánica, unidireccional, sin espacio para el misterio de donde viene la magia. Es incompatible con el alma de los pueblos, y por eso tiene que deshumanizarlos, robotizarlos.

La tarea no es fácil. El anhelo del espíritu crece y será la característica de nuestro tiempo. Es señal luminosa, anuncia el fin de la hipnosis, de la fe ciega de las multitudes en la ciencia del hombre blanco.

El capital, naturalmente, se beneficia de la demanda. Llena las librerías con literatura esotérica, como sucursales bancarias brotan sectas gnósticas, de meditación, yoga, etc. También buscan vulgarizar, anular, volver moda el anhelo sagrado.

El vacío interior produce angustia y la gente no la calma con la variedad exterior de los supermercados, ni con su militancia en iglesias, patriotismos, sindicatos, partidos, sectas. Presiente que ideas enfermas gobiernan al mundo y que Europa, por ser la causante del problema social y ambiental, no guarda el remedio, ni en su mano izquierda ni en su mano derecha.

Estas comprensiones no han llegado todavía a la colonia. Aquí la situación es muy diferente, sobre todo en las juventudes. Con entusiasmo compiten en la adoración al amo europeo, le sacrifican incluso su sangre. La juventud andina no crea, copia; no piensa, asimila y memoriza trozos de verdades ajenas; no habla, rumia ecos; no ilumina con ideas nuevas el ambiente político, es parte de la sombra y, como tal expande sombra; no acciona, reacciona, pues no ejecuta decisiones propias. Y como todo reaccionario jamás analiza las raíces de sus creencias.

Las juventudes andinas han sido capturadas por ídolos extranjeros. Mientras no se liberen ellas mismas, seguirán siendo los agentes indígenas del colonialismo europeo. Seguirán siendo parte del problema colonial, no parte de la solución liberadora.

Llegará desde la metrópoli el asco a Europa, pero aquí se volverá moda, además tardará demasiado. En el ocaso del dinosaurio las órdenes de su cerebro tardaban varios largos segundos en llegar a la cola.

Jamás como hoy fue tan grande el contraste entre la enormidad de la montaña andina, segunda después de Himalaya, y el enanismo de las ideas políticas que mueven al pueblo andino.

Esta desarmonía, como las fallas geológicas, produce cataclismos. El pueblo Kheswaymara, maya, miskitu,, etc. encajado en uniforme de soldado o guerrillero, dispara contra si mismo. Se sacrifica al ídolo extranjero que exige más sangre india agitando su brazo izquierdo y derecho.

La ausencia de conciencia histórica produce esta tragedia. Tal ignorancia es obra, deliberada y maestra, de virreyes, encomenderos, curas, presidentes, hacendados, mineros, maestros, catedráticos, jefes de sindicatos, o partidos, incluso revolucionarios, generales, periodistas, televisiones, etc.

La lucha por romper esta oscuridad es prerequisito de liberación. Y comienza por estrellarse contra la mentira petrificada en versión oficial y única, defendida por toda la estructura colonial, incluida su base nativa. Pero es necesaria. Los Kheswaymaras, como los mayas, los mistikus, pueblos africanos, asiáticos, árabes, etc. desconectados de nuestra propia sabiduría no seremos parte del frente mundial de liberación.

Esta ignorancia produce autodesconfianza, autodesprecio, y su inseparable compañía, admiración por el opresor. Sostiene pues toda la estructura colonial. Nada más vulnerable que un pueblo convertido en masa. Estamos hambrientos sobre tierras que, solamente en coca y oro, producen cada mes millones de dólares.

Conocernos será respetarnos.

El conocimiento, la verdad, la luz, erradicarán los complejos nacidos de la ignorancia, la mentira oficial y la penumbra colonial que nos aplasta. Con ojos ya lúcidos detectaremos y expulsaremos a Europa de nuestra mente, luego de nuestra comida, ropa, expectativas y sueños. Entonces podremos expulsarla de nuestros campos, ciudades, gobiernos, ejércitos, guerrillas, universidades, sindicatos, partidos, etc. En ese orden, de lo pequeño y concreto a lo grande y general.

Liberar no es remendar, reformar, democratizar, modernizar ni socializar la actual esclavitud colonial. Es destruirla. Hay que incendiar Los Andes para liberarlos, no hay otra forma de hacerlo. El Fuego, chispita filial del Inti es sagrado, por eso lo purifica todo. Solamente él limpiara Los Andes de todo lo incompatible con un crecimiento sano.

Que el Inti, la Mamapacha, los Achachilas, los Apus, los Wamanis nos iluminen.


WANKAR – Ramiro Reynaga Burgoa

viernes, 11 de diciembre de 2009

TAWA INTI SUYU


CINCO SIGLOS DE GUERRA KHESWAYMARA CONTRA ESPAÑA

Lima, junio de 1989

Presentación del autor

Hermanas y hermanos de Los Andes:

El mundo de hoy es consecuencia de la masacre más grande cometida en
la vida de la humanidad. Relación causal une al llamado descubrimiento
de América con el terror nuclear, hambre, industria tóxica, desempleo,
dictaduras, terrorismo, corrupción, crimen, drogadicción.

El gigantesco botín del asalto a nuestro pueblo no creó paz, libertad,
plenitud, sabiduría. Fue usado para construir la maquinaria europea
industrial, militar y atómica que destruye naturalezas y pueblos.

Alemania fue obligada a pagar indemnizaciones después de la Segunda
Guerra Mundial y nadie celebra hoy Auschwitz. Aunque los campos nazis
fueron travesuras comparados con el crimen español, se prepara su
celebración en lugar de la indemnización pendiente. Las víctimas allá
fueron de raza blanca, esa la diferencia.

España no asume todavía la responsabilidad de su crimen contra la
humanidad entera, por haber truncado una civilización cósmica. Por eso
lo va ha celebrar, y como su gloria máxima. La deducción tiene la
lógica del axioma: la mayor gloria de España es el crimen, la masacre
de comunidades agrarias indefensas. Reagan, Nicaragua, Cuba,
respaldan la celebración.

El español de hoy es el mismo de ayer. Su conciencia brilla, 14.000
toros al menos fueron asesinados en fiestas de regocijo popular en los
siete meses de la temporada de 1986 (El País, Madrid, Lunes 15 de
Diciembre de 1986, página 36, Sección Espectáculos). Sin esta afición
su cultura y folklore quedarían como una cascara vaciada de sustancia.
España continúa siendo foco de opresión. Lo saben sus mujeres, su
juventud, las naciones y pueblos vasco, catalán, árabe, gitano,
andaluz, gallego, canario, etc.

El ataque europeo de cinco siglos a nuestras comunidades es el
capitulo más sangriento de nuestros 50 mil años de vida como
continuidad cultural. Hoy, por la agresión colonialista la lucha más
importante ya no es por mayor poder político, territorio, hegemonía
económica, religiosa o cultural. La lucha es por la vida misma, como
realidad natural y como especie humana.

La acción obedece al pensamiento. Y la lucha más importante hoy es de
pensamiento. Sin claridad de conciencia no puede haber ideología,
política ni fuerza militar propias, es decir liberadoras. Hoy el
dilema vital es entre Tercer Mundo y Europa, entre el pensamiento
nacido de la armonía natural de las fuerzas cósmicas y el pensamiento
judeo-heleno-cristiano.

En las oscuras cavernas de su ignorancia cósmica el hombre blanco,
aterrado por su desconocimiento de lo real, se puso a inventar armas,
y entre ellas inventó dioses irreales, tristes y vengativos. La máxima
conquista de este pensamiento enfermo es la Bomba Atómica.

El dilema es entre pensamiento real, cósmico, amáutico y pensamiento
metafísico, anticósmico, europeo. Esta alternativa no deja lugar para
la neutralidad, duda e indiferencia. O acabamos con el dominio del
hombre blanco o éste acaba con el mundo.

La lucha es desigual. El pensamiento europeo es creador y dueño de
Estados Unidos y de la Unión Soviética. Ellos congelan la creatividad
de los pueblos mediante gobiernos y oposiciones, ejercitos y
guerrillas. Europa es propietaria del mundo, de sus materias primas,
máquinas, técnicas, bancos, transportes, ejércitos, iglesias,
universidades, guerrillas, artes, etc.

El hombre blanco tiene en su puño la difusión de las ideas. Engrandece
su eco premiando a cuentistas y escribidores. Los colonizadores
laureados lo entretienen con su retórica vacía y además, le ayudan a
esconder la raíz de la opresión colonial, la opresión de las naciones
originarias.

Por otro lado silencia toda posibilidad de voz conciencial. Este libro
es un ejemplo. Quemado tras un golpe militar en Bolivia, ocultado en
depósitos húmedos de una imprenta en México pese a la demanda, una
editorial norteamericana grande incumplió el contrato de publicación
por no haber sido convertido en elogio del capitalismo, su traducción
francesa, años de esfuerzo, desapareció por obra de un francés,
antropólogo e izquierdista, todavía considerado defensor del indio.

Tiempos de crisis son de iluminación. En el colapso del siglo XX el
poder del hombre blanco alcanza su plenitud. Parece, finalmente,
haberse apropiado y para siempre del planeta entero. Y ahora,
justamente, comienza a resquebrajarse su control y aparece la
posibilidad de un frente mundial de liberación.

La mujer descubre las raíces de su opresión en las bases judías,
helénicas y cristianas del pensamiento europeo (Jehová es macho, Zeus
viola y mata a su madre, la diosa Hera, Tierra, y comienza el Olimpo y
solamente hombres son aptos para una ofrenda correcta a dioses). Y
entiende que gobierno, industria, sindicato, partido,, etc. reproducen
y magnifican la opresión familiar de la mujer.

Las juventudes blancas se avergüenzan de las aficiones genocidas de
sus antepasados. Rechazan su sociedad, incluidos partidos
revolucionarios industriales. Atacan la maquina industrial, militar,
nuclear, y envidian la inseparable unión indio-Naturaleza.

Los ecologistas enseñan que una industria, incluida la atómica, limpia
y compatible con la Naturaleza y la vida simplemente no existe.

Los obreros van viendo que la propiedad de los “medios de producción”
es problema menor a la existencia misma de la estructura industrial
letal, bajo cualquier sistema político.

El sufrimiento está haciendo más ostensible cada día la diferencia
entre las creaciones de la ciencia europea, abortos legales y letales,
y las creaciones de la Naturaleza, vivas y vivificantes. La fe ciega
en aquella se diluye rápidamente. Crece el convencimiento de que su
primer resultado, la industria, es antinatural, patriarcal -es decir
antimujer y antijuventud- uniformadora, etnocida, agresiva, opresora,
masificadora, antiestética, y letal, a corto, mediano o largo plazo.
Se comienza a entender por qué la industria nació produciendo armas,
pues en ellas se usaron, por primera vez, piezas mecánicas
intercambiables, y por qué sus productos últimos tienen por fuerza
que ser letales, radioactivos.


Europa no ha creado un mundo libre, justo ni limpio. Ha fracasado, sin
embargo sigue dominándonos. Ello es posible porque la Euroesclerosis
usa fuerza ajena, la del Tercer Mundo, la nuestra. Puede lograrlo
porque se autodividió en dos, derecha e izquierda. Estados Unidos y
Rusia, a dúo inarmónico -aunque sincronizados- convencieron al mundo
que son entre sí enemigos irreconciliables. Europa, mediante ellos
obliga a los pueblos a matarse unos a otros y a sí mismos. Está claro,
cualquier resultado será la victoria del colonialismo europeo.

El truco está gastándose. Dejo de ser un secreto que Estados Unidos y
Rusia coinciden en aspectos fundamentales. Ambos se basan en dos
creencias no probadas: los productos de la Naturaleza son ilimitados y
la industria garantiza una sana existencia humana además de ser capaz
de remediar los desastres causados por ella misma.

Derecha e izquierda adoran al desarrollo y progreso, es decir a la
destrucción ilimitada de la Naturaleza y de los pueblos.

Ambos son las mayores fábricas de armas de este mundo, ya absurdamente
sobrearmado, sobre todo a nivel radiactivo. Exportando armamento al
Tercer Mundo profitan doble, en dinero y sangre.

Capitalismo y comunismo no sólo se parecen, se complementan. Aquel
despoja a los pueblos de su habilidad para alimentarse, vestirse,
alojarse, educarse, curarse, divertirse, vivir por si mismos. Prepara
la ecuación comunista: más pequeños e inhábiles los pueblos, más
grande y poderoso el gobierno. El partido sabe y manda, la masa
aprende y obedece.

El capital, las multinacionales, concentran económico, político,
militar, científico. El superestado ya puede engullirlo todo de un
bocado.

Los engranajes del capital internacional trituran el espíritu y la
cultura de las naciones. Los engranajes de la internacional ideológica
pueden ya obligarlas a trabajar, hablar, reír, llorar, vestir, callar,
pensar, y soñar al unísono.

La metrópoli capitalista es hambre, crimen, droga, prostitución,
racismo, machismo, dictadura, terror, mafia, libertinaje, degradación
sexual, y enfermedades resultantes, delincuencia, sadismo, etc. La
gente, desesperada por esta múltiple plaga, acepta y hasta lucha por
implantar la rutina uniformada.

El derrumbe del imperialismo capitalista no es el fin del dominio del
pensamiento europeo. Al contrario, prepara su máxima consolidación,
mediante el imperialismo ideológico de poder total. Los rebeldes
implantan un régimen donde toda rebeldía, sea social o individual, sea
impensable.

El comunismo y el capitalismo no sólo se parecen y complementan,
Forman una sola unidad. Son el proceso de dominación mundial del
hombre blanco. Pueden existir solamente juntos, porque la razón de ser
del uno es el otro. Por eso las superpotencias, después del regateo
aconsejado por las buenas maneras diplomáticas, se reparten países y
continentes.

La empresa colonial tiene dos socios principales. Ellos compiten por
el control gerencial, pero cuando la empresa está en peligro, se unen
para salvarla. Atacan juntos a los pueblos que se liberan, de la única
manera posible, guiándose por su propia sabiduría, como sectores del
pueblo indio americano, africano, asiático y más claramente contra
Irán, la parte fundamental del mundo islámico.

La dicotomía capitalismo-comunismo es tan ostensible como falsa.
Ellos, en el fondo, no son dos, son uno. Y una sola entidad merece un
solo nombre. Yo llamo Capicom al monstruo bicéfalo, genocida,
etnocida, imperialista, patriarcal, tóxico y radioactivo.

Este monstruo es peligroso porque está medio loco. Su religión le ha
creado una mente infernal, gravita hacia el apocalipsis nuclear. Y lo
desencadenará si no lo maniatamos pronto.

Por ser anticósmico Capicom tiene mente mecánica, unidireccional, sin
espacio para el misterio de donde viene la magia. Es incompatible con
el alma de los pueblos, y por eso tiene que deshumanizarlos,
robotizarlos.

La tarea no es fácil. El anhelo del espíritu crece y será la
característica de nuestro tiempo. Es señal luminosa, anuncia el fin de
la hipnosis, de la fe ciega de las multitudes en la ciencia del hombre
blanco.

El capital, naturalmente, se beneficia de la demanda. Llena las
librerías con literatura esotérica, como sucursales bancarias brotan
sectas gnósticas, de meditación, yoga, etc. También buscan vulgarizar,
anular, volver moda el anhelo sagrado.

El vacío interior produce angustia y la gente no la calma con la
variedad exterior de los supermercados, ni con su militancia en
iglesias, patriotismos, sindicatos, partidos, sectas. Presiente que
ideas enfermas gobiernan al mundo y que Europa, por ser la causante
del problema social y ambiental, no guarda el remedio, ni en su mano
izquierda ni en su mano derecha.

Estas comprensiones no han llegado todavía a la colonia. Aquí la
situación es muy diferente, sobre todo en las juventudes. Con
entusiasmo compiten en la adoración al amo europeo, le sacrifican
incluso su sangre. La juventud andina no crea, copia; no piensa,
asimila y memoriza trozos de verdades ajenas; no habla, rumia ecos; no
ilumina con ideas nuevas el ambiente político, es parte de la sombra
y, como tal expande sombra; no acciona, reacciona, pues no ejecuta
decisiones propias. Y como todo reaccionario jamás analiza las raíces
de sus creencias.

Las juventudes andinas han sido capturadas por ídolos extranjeros.
Mientras no se liberen ellas mismas, seguirán siendo los agentes
indígenas del colonialismo europeo. Seguirán siendo parte del problema
colonial, no parte de la solución liberadora.

Llegará desde la metrópoli el asco a Europa, pero aquí se volverá
moda, además tardará demasiado. En el ocaso del dinosaurio las órdenes
de su cerebro tardaban varios largos segundos en llegar a la cola.

Jamás como hoy fue tan grande el contraste entre la enormidad de la
montaña andina, segunda después de Himalaya, y el enanismo de las
ideas políticas que mueven al pueblo andino.

Esta desarmonía, como las fallas geológicas, produce cataclismos. El
pueblo Kheswaymara, maya, miskitu,, etc. encajado en uniforme de
soldado o guerrillero, dispara contra si mismo. Se sacrifica al ídolo
extranjero que exige más sangre india agitando su brazo izquierdo y
derecho.

La ausencia de conciencia histórica produce esta tragedia. Tal
ignorancia es obra, deliberada y maestra, de virreyes, encomenderos,
curas, presidentes, hacendados, mineros, maestros, catedráticos, jefes
de sindicatos, o partidos, incluso revolucionarios, generales,
periodistas, televisiones, etc.

La lucha por romper esta oscuridad es prerequisito de liberación. Y
comienza por estrellarse contra la mentira petrificada en versión
oficial y única, defendida por toda la estructura colonial, incluida
su base nativa. Pero es necesaria. Los Kheswaymaras, como los mayas,
los mistikus, pueblos africanos, asiáticos, árabes, etc. desconectados
de nuestra propia sabiduría no seremos parte del frente mundial de
liberación.

Esta ignorancia produce autodesconfianza, autodesprecio, y su
inseparable compañía, admiración por el opresor. Sostiene pues toda la
estructura colonial. Nada más vulnerable que un pueblo convertido en
masa. Estamos hambrientos sobre tierras que, solamente en coca y oro,
producen cada mes millones de dólares.

Conocernos será respetarnos.

El conocimiento, la verdad, la luz, erradicarán los complejos nacidos
de la ignorancia, la mentira oficial y la penumbra colonial que nos
aplasta. Con ojos ya lúcidos detectaremos y expulsaremos a Europa de
nuestra mente, luego de nuestra comida, ropa, expectativas y sueños.
Entonces podremos expulsarla de nuestros campos, ciudades, gobiernos,
ejércitos, guerrillas, universidades, sindicatos, partidos, etc. En
ese orden, de lo pequeño y concreto a lo grande y general.

Liberar no es remendar, reformar, democratizar, modernizar ni
socializar la actual esclavitud colonial. Es destruirla. Hay que
incendiar Los Andes para liberarlos, no hay otra forma de hacerlo. El
Fuego, chispita filial del Inti es sagrado, por eso lo purifica todo.
Solamente él limpiara Los Andes de todo lo incompatible con un
crecimiento sano.

Que el Inti, la Mamapacha, los Achachilas, los Apus, los Wamanis nos iluminen.


WANKAR – Ramiro Reynaga Burgoa









martes, 10 de noviembre de 2009

Campaña "Nuestra elección es la solidaridad"

Apelando a la solidaridad de los marplatenses el Instituto de
Políticas de Estado para el Desarrollo Sustentable (IPEDeS) invita a
las nuevas jornadas de la campaña "Nuestra elección es la Solidaridad"
a realizarse entre los días 16 y 20 de noviembre en distintas Escuelas
Secundarias de la ciudad, que funcionarán como puntos de recolección
de alimentos - no perecederos - destinados a la realización de un
programa de ayuda alimentaria para los barrios mas desprotegidos de
nuestra ciudad.

Buscamos así darle continuidad al camino emprendido en la primer
campaña solidaria, realizada el 28 de junio pasado en nuestra Ciudad
en simultáneo con las elecciones legislativas. Esperamos contar
nuevamente con la adhesión de todos los sectores sociales, políticos,
económicos, empresariales, culturales, sindicales, etc. que nos
acompañaron en la anterior edición de la campaña, como así también a
todos aquellos que quieran sumarse y renovar el compromiso solidario
de la ciudadanía marplatense.

La campaña solidaria tiene por objetivo fundamental la construcción de
una red civil y social de voluntarios que con el aporte y orientación
del IPEDeS en una relación de participación y compromiso recíprocos,
junto al aporte de instituciones públicas y privadas, se constituya en
un canal de contención de los problemas sociales y viabilice
propuestas de resolución participativa de los mismos, intentando que
los desequilibrios y asimetrías resultantes de la economía de mercado
y la insuficiencia reparadora del Estado, no se conviertan en
obstáculos insalvables para el desarrollo humano, en particular de los
sectores desprotegidos de nuestra sociedad.


Contactos prensa: Marina Santoro (0223) 156-006282
Sebastián Bianculli (0223) 155-715483

lunes, 12 de octubre de 2009

La ONU que supimos conseguir

Un balance criollo de la politica internacional

Escribir sobre lo ocurrido en la última asamblea general de la ONU puede convertirse en una actividad realmente insalubre.
Iba a hacer una nota cortita, tratando de sintetizar algunos conceptos, y dando otros conceptos por supuestos. Pero como dice Mujica, a veces uno ve la realidad “y se le revuelven las tripas”. Entonces el lenguaje académico y “políticamente correcto” se me hizo prácticamente imposible.
Tanto se ha desvirtuado el sistema de relaciones entre países, pueblos y estados, que a veces se hace muy complicado pensar en la mera posibilidad de existencia de algo similar a lo que suele denominarse como “comunidad internacional”.
Ante los diversos atropellos a la autodeterminación de los “débiles” a manos de las principales potencias mundiales o de sus aliados, dificultando seriamente las condiciones para una verdadera convivencia armónica entre países, pueblos y estados, muchos de los actores en conflicto, agredidos por la prepotencia de los poderosos, cifran sus ilusiones a la intervención mediadora, reguladora, racional y equidistante de instituciones como la ONU con el objetivo de resolver pacíficamente los entredichos.
Sin embargo, estas esperanzas son frustradas repetidamente en nombre de los argumentos más inverosímiles. Y no puede ser de otra manera, toda vez que la ONU es una institución cuyo diseño emergió de un equilibrio entre las fuerzas que protagonizaron la guerra fría, y no da debida cuenta de esta nueva realidad en la que el desbalance, la asimetría y la resignificación de los factores, sobredeterminan y condicionan el rumbo de la realidad internacional. Efectivamente y aunque muchas veces se lo diga por lo bajo, no es esta ONU lo que la humanidad necesita. Las iniciativas que agrupan países como el g7, el g8, el g20 y todos los “ges” posibles, son una lamentable concesión implícita a quienes reconocemos abiertamente la absurda inviabilidad de este desorden mundial. Y decimos que es lamentable justamente porque elude la autocrítica y la rectificación necesarias de quienes han asumido las más altas responsabilidades en este diseño.
Hubo en esta reunión fenómenos cuanto menos muy extraños y curiosos, algunos de los cuales pasaremos a analizar a continuación.

El triste papel de la Argentina

Una vez más el punto relevante de la exposición de nuestro gobierno se ubicó en la denuncia a la República Islámica de Irán presuponiendo la responsabilidad intelectual y material de funcionarios de dicho país en el atentado a la sede de la AMIA en 1994, repudiando la designación del ministro de defensa Ahmad Vahidi, por ser uno de los incluidos en los pedidos de extradición. Como sería completamente irregular desde todo punto de vista, condenar sin elementos ni pruebas, la presidenta introdujo un concepto moderador al plantear el pedido de extradición como un gesto “colaboración con la justicia argentina” y el someterse a disposición de la fiscalía especial de AMIA conducida por Alberto Nisman. Sin embargo como es de público conocimiento, el Fiscal ya ha declarado de antemano, con el apadrinamiento y complicidad del gobierno y las corporaciones políticas, mediáticas y de justicia, la culpabilidad de miembros del estado mayor de la revolución islámica y de algunos funcionarios de segundo rango.
El mamarracho jurídico que significa esta causa, elaborada sin mas pruebas que los difícilmente objetivos y desinteresados informes de la inteligencia israelí y norteamericana, plagada de irregularidades y actos de corrupción y encubrimiento comprobados, solo puede ser comparado a la ridícula idea de que altos funcionarios de un Estado en permanente conflicto con las potencias mas grandes del planeta pueden planificar un atentado aislado en un país de muy poca importancia para su política exterior. Esto puede engañar a un desprevenido que escucha la televisión de pasada pero a nadie que con buena predisposición y cierta información, se siente por un momento a analizar los vaivenes de la causa.
Cierto es que Irán significa por diversas causas un grave problema para el actual orden mundial, sobretodo para los EEUU y su aliado incondicional en la región, Israel. Ambos centran su política de extorsión y amenazas al régimen islámico con la intención de obligarlo en primer lugar, a interrumpir su programa de desarrollo de energía nuclear y amenazan con una posible intervención militar en caso de no cesarlo. Por otro lado, Irán significa para los no alineados una posibilidad cierta de construir un proceso de integración y desarrollo independiente de los organismos de la llamada globalización neoliberal. Así lo entienden y varios países de América, África, Asia y Europa, entre los que pueden contarse potencias regionales de primer orden como China, Rusia y Brasil. Lamentablemente no es el caso de la Argentina, cuya sobreactuación en este sentido, rayando el papelón, responde a su debilidad manifiesta ante presiones de EEUU e Israel.
“Dios no puede obligarnos a proferir amenazas ni eludir la justicia” dijo la Presidenta a modo de chicana poco feliz, teniendo en cuenta el carácter islámico del régimen iraní, y procedió a levantar su comitiva junto a la norteamericana, francesa, inglesa e israelí al momento de hacer uso de la palabra el presidente de Irán Mahmud Ahmadineyad, lo que resulta muy curioso, pues no obró de la misma forma cuando Bush subía a los estrados para explicar al mundo en clave cruzada, que dios lo había elegido para combatir al terrorismo mediante la operación “justicia infinita”. Tampoco lo hacen cuando se trata del representante de Inglaterra, aunque en este tema, la presidenta hizo mención a su rechazo del “enclave colonial” británico en nuestras Islas Malvinas. Extraños contrastes que nos deja la medrosa y cortoplacista política exterior argentina.
Esta actitud del gobierno argentino sería irrelevante si al contrario de lo que planteáramos mas arriba nos encontráramos ante un mundo previsible, seguro, armónico e integrado, en el que un país, en este caso Irán, fuera un factor disonante y amenazara el equilibrio mundial. Pero la realidad nos indica otra cosa. Más bien nos obliga a todos los argentinos, aunque en primer lugar al gobierno, a reflexionar sobre los costos de ofrecer al mundo una excusa infundada revestida de legalidad, para legitimar una intervención militar de EEUU e Israel sobre el régimen islámico, opción que al entender de los analistas internacionales de todas las tendencias conocidas, desencadenaría un conflicto de proporciones globales y no solo en términos de estados sino también de enfrentamientos internos y regionales.
Por lo tanto, esta posición frente a la República Islámica de Irán no solo implica un gran error, sino que expresa un peligroso y altísimo grado de irresponsabilidad y falta de ética de parte del gobierno argentino, que debe inmediatamente buscar los caminos y los instrumentos correspondientes para enmendarlo de manera urgente. En ese marco no será admisible llorar sobre la leche derramada, ni desentenderse de las responsabilidades.

Álvaro Uribe y el conflicto regional

Otro hecho, quizás más risueño pero no por eso menos peligroso, lo constituye el discurso del presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez. El dato fundamental de su exposición se centró en el peligro que conlleva el creciente grado de inversión en defensa de muchos de los países de la región. Habló del riesgo de la carrera armamentista desatada. Es claro que se refería centralmente a Brasil y Venezuela, y no a sus aliados Chile y Perú (en este caso la Argentina tampoco “rangkea”, porque no puede decirse que aquí exista siquiera una política de defensa).
Colombia es el único país de América que en los últimos 10 años violo militarmente el espacio aéreo y territorial de varios de sus vecinos. Ecuador, Venezuela y Brasil. Es quien desde hace casi 15 años inició una carrera armamentista con pocos precedentes en la región de la mano de EEUU –a los que se agregaron asesores israelíes- mediante el Plan Colombia, encabezando la lista de gastos militares en el continente (fuera de Brasil, que concentra el 50% del PBI y del gasto militar): , 6 mil millones por año, 3 veces el gasto de Venezuela al que Uribe sindica como el artífice del armamentismo.
Nadie se levanto cuando Álvaro Uribe pronunció tan descarado discurso. La “comunidad internacional” no cree suficiente peligro que el único país latinoamericano que realiza agresiones, sostenido por la ayuda de potencias agresoras, que instalará 7 bases militares extranjeras de la potencia mas poderosa del planeta en el corazón de la amazonia y que más inestabilidad aporta a la región, corone su cínica exposición alarmando al mundo respecto de una supuesta carrera armamentista.

Obama y el cambio posible

Muchas especulaciones se hicieron respecto de las posibilidades del actual Presidente de Estados Unidos de cambiar el rumbo de la política exterior norteamericana y promover espacios de consensos más participativos y justos en el orden internacional.
Sin entrar en consideraciones de índole psicológica, y prescindiendo de la existencia de una especie de “voluntad intima”, podemos aventurar que poco ha cambiado el sentido de la política exterior estadounidense.
Mas allá de medidas efectistas como los confusos anuncios sobre Guantánamo y la promesas de futuros retiros de tropas en Irak, lo central sigue siendo la existencia de la intervención miliar en Irak y Afganistán, la existencia de mas de 750 bases militares en mas de 50 países, incluyendo otras formas de agresión como el salvaje bloqueo a la isla de Cuba.
Al mismo tiempo, se mantiene la política de extorsión militarista sobre Irán, Pakistán y Corea del Norte y de tensión con Rusia y China.
El aspecto más relevante de su discurso fue el referido a la justificación de la orientación intervencionista de su gobierno, acompañado de la inútil reunión con el primer ministro israelí y el presidente de la autoridad nacional Palestina.
En cuanto al primero, podemos decir que logró plasmar en una frase toda la hipocresía posible que puede encerrar su política exterior: “Los que se quejan por la intervención de EEUU ahora no pueden pedir que resolvamos situaciones por nuestra cuenta”. Y quizás tenga razón. Muchos gobiernos progresistas, incluido el argentino, piden una acción mas contundente de los estados unidos en rechazo al golpe encabezado por Micheletti, la clase política hondureña y las Fuerzas Armadas, cuando lo mas atinado sería pedirle la no injerencia en absoluto en los asuntos de honduras, comenzando por el retiro de la base militar norteamericana en la que detuvieron al presidente constitucional Manuel Zelaya y donde se forman los altos mandos del ejercito que sostienen el golpe de estado asesinando al pueblo hondureño.
De la misma forma se refirió a la situación en Afganistán, intentando presionar a todos los países de la ONU para ir tras los objetivos norteamericanos en la región como si fueran los del conjunto de la humanidad. La lucha contra el terrorismo es la bandera. Sin embargo, en esa especie de doble Standard que tienen las potencias y sus aliados, en Afganistán hay un terrorismo que justifica una invasión y en honduras hay un terrorismo que no justifica una invasión.
Asimismo nos encontramos con ejemplos de intervenciones contra regimenes “tiránicos”, fachada bajo la cual se mantiene la ocupación sobre Irak y se lucha contra los talibanes, pero no se piensa de la misma manera a la hora de medir a sus aliados como a la reaccionaria monarquía Saudita o a la democracia restringida de Turquía o Egipto.
Por lo tanto, dedicó su mensaje central a explicar el giro de la táctica estadounidense en su lucha por hacer sobrevivir su hegemonía mundial que podría sintetizarse en una especie de “vietnamizacion” global de su política militar. Usar gobiernos y grupos títeres que realicen el trabajo sucio para presentar los conflictos como guerras fraticidas, sectarias, tribales y regionales, irracionales e inentendibles para justificar la intervención de “fuerzas de paz” bajo su liderazgo.
Lo cierto es que ninguna excusa justifica una invasión y a esta altura del partido debiera estar claro que solo pueden ser los pueblos los responsables de resolver sus propios asuntos internos.
Punto aparte merecen los resultados negativos de la reunión de Obama con sus aliados israelíes y palestinos.
Israel es el único actor de la zona que mantiene ocupado territorio de otros países, que se niega a delimitar sus fronteras y que a su vez es la única potencia atómica de la región, lo cual constituye un desequilibrio mas que preocupante toda vez que su actual canciller considera necesario un ataque nuclear sobre Gaza, Irán e iniciar una nueva incursión en el Líbano. Ejerce el terrorismo sobre la población palestina continuando con su practica de apartheid mediante los asentamientos ilegales, expulsando árabes cristianos y musulmanes de su territorio y desconociendo todas las resoluciones de las naciones unidas, manteniendo su asedio constante sobre Gaza y Cisjordania con permanentes incursiones militares y violaciones del espacio aéreo de sus vecinos.
Como corolario de esta situación, marchan libremente hacia un proceso de judaización forzosa de Jerusalén y continúan sus excavaciones bajo la sagrada mezquita de al aqsa amenazando con su derrumbe en una actitud de provocación sin control en las narices de 1500 millones de musulmanes.
Es en este marco que Obama exige a las distintas facciones palestinas que se unifiquen bajo la propuesta de continuar las negociaciones de paz estancadas, con la condición de renunciar a la resistencia, reconocer a Israel como estado legitimo, abandonar el reclamo de retorno de los refugiados, y con el horizonte de constituir un estado palestino dividido en dos regiones sin comunicación entre si, otorgando a la autoridad nacional palestina la soberanía policial sobre su propia población, pero sin ejercito nacional de defensa.
La verdad sea dicha, esta realidad no tiene sustentabilidad alguna y solo confirma la perspectiva de un aumento inevitable de la violencia hasta lograr una resultante que construya un nuevo equilibrio regional.
Está más que claro que EEUU poco puede aportar a la pacificación de una región en la que mantiene dos países ocupados militarmente y es el responsable del sostenimiento de un estado expansionista de fuertes ribetes sectarios y racistas con potencial atómico.

Las locuras y las razones de Ahmadineyad

Convertido en personaje controvertido por los medios de comunicación del mundo, esta vez Ahmadineyad fue nota de esta cumbre por la acción de EEUU, Israel, Francia y la Argentina, y no por sus dichos que suelen levantar polvareda.
A la hora de comprender por que las delegaciones de estos países se levantaron de la sesión al momento de su discurso podemos aventurar varias hipótesis.
EEUU podría alegar que Ahmadineyad es un presidente ilegitimo fruto de un fraude denunciado por los aliados de occidente. Es difícil que sea cierto, Bush ganó con elecciones fraudulentas y nadie pensó que era tan importante como para abandonar otras sesiones en su presencia.
Israel podría plantear que Irán es peligroso porque es un estado terrorista que busca convertir su programa de desarrollo de energía nuclear en una herramienta para la construcción de bombas nucleares para confrontar con EEUU y poner en riesgo su propia existencia. También es difícil. Primero, porque Irán no tiene tales bombas pero Israel y EEUU si, y segundo porque es difícil imaginar la posibilidad de que Israel ataque a EEUU por tenerlas ni viceversa. De última, el peligro real son ellos por ser los únicos que las han usado y ambos, son los únicos actores que en la región ocupan países soberanos amparados en mentiras, potencia militar, terrorismo y amenaza nuclear.
Argentina, por considerar que no debe quedar impune quien según Israel y EEUU, realizo el atentado de la AMIA. Es difícil que así sea. EEUU se mantiene impune por los crímenes cometidos en la argentina y en todo el mundo. La Argentina se mantiene impune por haber producido el genocidio más escandaloso en Paraguay y por formar a los ejércitos latinoamericanos en las técnicas de la tortura y el secuestro de millones de personas en todo el continente. Así también, Menem, sus ministros, su jefe de la SIDE, jueces y dirigentes de la comunidad judía probadamente involucrados en el encubrimiento del atentado de la amia también están impunes. Y no hace falta cruzar océanos, ni inventar pruebas, ni romper relaciones diplomáticas con nadie para detenerlos y hacer justicia. Inclusive, muchos de ellos ocupan cargos públicos o son fuente de consulta de oficialistas y opositores de derecha.
Lo de Francia es más modesto. Ahmadineyad expresó que el pueblo de Francia se merece un mejor gobierno que el de Sarkozy. No parece una declaración comparable a incendiar el mundo de guerras, como en la era Bush. El presidente de Francia tampoco se levantaba de la sesión en esas ocasiones.
Se podrá decir que por cuestiones éticas, se retiraron del recinto como gesto de rechazo a las opiniones revisionistas del actual presidente de Irán. Es dudoso. Estos países tienen poca memoria de los genocidios cometidos por ellos en el pasado y se niegan sistemáticamente al reconocimiento de sus genocidios presentes.
¿Entonces que es lo que tanto indigna a estas delegaciones del discurso de Ahmadineyad?
Un reconocido intelectual refiriéndose a nuestra propia historia, decía que los sectores conservadores y liberales –que en la argentina son una y la misma cosa- criticaban al peronismo por sus errores pero lo echaban por sus aciertos.
Veamos que dijo Ahmadineyad en su discurso:

"…el imperio americano está llegando al final de su camino y los próximos gobernantes estadounidenses deben limitar su interferencia a sus propias fronteras"
"…son esos mismos poderes que producen una nueva generación de armas nucleares letales y poseen un arsenal de armas nucleares los que no están monitoreando las organizaciones internacionales"
“…ha llegado el momento para que la OIEA presente a la comunidad internacional un informe claro de su control del desarme de los poderes nucleares y actividades de otras naciones poderosas
“…El pueblo afgano es víctima de los deseos de los países miembros de la Alianza Atlántica por domeñar la zona de la India, China y el sur de Asia; y ni la ONU ni el Consejo de Seguridad pueden hacer nada pues aquellos son los principales que toman las decisiones en dicho consejo.”
“En África se intenta reelaborar las relaciones de la época colonial provocando guerras civiles, y países grandes como Sudán se desmiembran en aras de los intereses de algunas potencias corruptas”
El motor del salvaje capitalismo con su injusto sistema de pensamiento ha llegado al final del camino y es incapaz de moverse
“¿Cómo pueden los crímenes de los ocupantes contra las mujeres y niños indefensos y la destrucción de sus hogares, granjas, hospitales y escuelas contar con el apoyo incondicional de algunos gobiernos, y al mismo tiempo, los hombres y las mujeres oprimidos ser objeto de genocidio y el bloqueo económico más pesado negándoles sus necesidades básicas, alimento, agua y medicinas?”

Que difícil que está sacar una conclusión de esta ultima asamblea general de la ONU. Efectivamente es un trabajo insalubre. Pero las verdades son tan evidentes como cuando nos sinceramos, nos miramos a nosotros mismos, y diferenciamos entre lo que esta bien y lo que esta mal. Es entonces y solo entonces, cuando el sentido común, unión de razón y corazón, hace maravillas y nos lleva a comprender lo que muchas veces no entendemos a través de las categorías académicas y los informes técnicos de los cientistas sociales.
Para terminar y con esa manía tan nuestra de buscar “argentinizar” la política mundial para comprenderla, me atrevo a esbozar una conclusión de cierta audacia para estos tiempos que corren: a Ahmadineyad lo critican por sus errores, pero definitivamente y clarito como el agua, lo combaten por sus más sanas virtudes.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Uribe y el Cartel de Medellin


"A confesión de parte, relevo de pruebas" dice el refran. Un archivo descalsificado de la inteligencia norteamericana que data del año 1991, detalla dentro de una larga lista, la participacion del actual Presidente de Colmbia, Alvaro Uribe, en el negocio del narcotrafico, siendo parte del nucleo duro del Cartel de Medellin y amigo de su jefe, Pablo Escobar.
El mismo informe -que puede verse completo en "http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB131/dia910923.pdf"- indica que Uribe trabajaba de nexo entre los narcos y las mas altas esferas del gobierno colombiano y norteamericano.
Este es el presidente aliado de EEUU en su "lucha contra el narcotrafico" en America Latina. Poco han logrado al respecto. Sin embargo, si pueden contarse por miles, las bajas, persecusiones, secuestros y asesinatos del movimiento politico y social opositor en el hermano pais. Asimismo, este mismo presidente, que acaba de denunciar en la ONU una "carrera armamentista" en la region, es el unico actor de la politica latinoamericana que puede jactarse del dudoso merito de ser el unico pais del continente en agredido militarmente el espacio aereo y territorial de sus vecinos, con asesoramiento y financiamiento norteamericano e israelí.

"Hay multiples modelos para la izquierda" Entrevista a Garcia Linera


EL VICEPRESIDENTE ALVARO GARCIA LINERA DESMENUZA EL PROCESO BOLIVIANO

La relación de Bolivia con Venezuela y con los otros países de la región que giraron a la izquierda. La nueva realidad de un país donde ahora las viejas elites deben compartir las decisiones con los indígenas. El papel del Estado y los movimientos sociales. García Linera es uno de los intelectuales más escuchados de su país. Aquí, la explicación de un proceso inédito en América latina.

Por José Natanson

–Uno de los temas más debatidos de la política exterior del gobierno boliviano es la relación con Venezuela. ¿Esta relación especial se basa en lo económico, en lo político o en la afinidad ideológica?

–Lo primero que quisiera señalar es que, así como se construye una relación con Venezuela, también se consolida el vínculo con Brasil, con Argentina.

–¿No hay una relación especial con Venezuela?

–Cada país tiene su propia particularidad. Son todas fundamentales. En el caso de Venezuela hay una sintonía política en la búsqueda de modelos posneoliberales y poscapitalistas, además de una vinculación a través de una ayuda económica más directa e incondicionada. Con Brasil y con Argentina hay un acercamiento en términos de integración energética, que no existe con Venezuela.

–En este sentido, Bolivia y Venezuela parecen más competidores que complementarios, pues ambos son exportadores de hidrocarburos.

–Es cierto, aunque estamos explorando la construcción de una asociación de productores y exportadores de gas para que estas tensiones, que podrían darse en el tiempo, se puedan procesar en una acción conjunta. Pero es cierto que, visto así, en términos realistas, en algún momento Venezuela y Bolivia pueden ser competidores. No es ésta la situación actual, porque Venezuela tiene mucho petróleo y por ahora produce poco gas, que además está asociado al petróleo. Necesita extraer mucho más petróleo para sacar más gas, pero tampoco puede hacerlo porque tiene que respetar las cuotas por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Pero en algún momento puede ser un competidor para Bolivia. La asociación que firmaron ambos presidentes busca evitar estas tensiones. Sin embargo, es evidente que hay una relación particular con Venezuela, una cercanía, un acompañamiento más cotidiano a nuestro proceso. Pero eso no cierra los vínculos o los acercamientos con otros países.

–¿Cómo se proyecta la relación con Chile?

–Es la más particular. Nuestro gobierno ha sido cauto para no basar su popularidad en la movilización de sentimientos históricos, pero está trabajando de manera seria en la resolución del tema que históricamente nos separa, que es la salida al mar. Ahora bien, no es un tema que se resuelva en los medios de comunicación. Hemos sido cuidadosos. Nuestro objetivo ahora es consolidar vínculos de confianza entre las sociedades, que no sea solo un tema de presidentes o de cancillerías. La clave de nuestras diferencias, y de nuestra unidad, va a pasar por la consolidación de los lazos entre las sociedades, los movimientos sociales, el sector empresarial, cultural. Esa es nuestra estrategia.

–El giro a la izquierda involucra a varios países de América latina. En este contexto, algunos analistas distinguen entre dos izquierdas: una institucionalmente prolija, gradual y reformista, como la de Chile y Uruguay, y otra más radical, como la de Venezuela y Bolivia. ¿Qué opina de esta tesis?

–No creo que sea una definición seria. Está basada en una distinción periodística vulgar. Es una distinción moral, y un buen sociólogo o politólogo no puede hacer eso. Yo veo la emergencia de múltiples izquierdas. Por suerte se acabó el modelo único y ojalá que no regrese nunca. Fue una manera de asfixiar el debate, de querer ordenar todo bajo un solo esquema. Eso no existe: hay múltiples modelos para la izquierda, muy diferentes. Tomemos por ejemplo Bolivia, Venezuela y Brasil. En Bolivia tenemos un liderazgo indígena apoyado en los movimientos sociales, un proceso de descolonización histórica, que no existe en Venezuela y menos en Brasil, un país altamente modernizado, que actúa en el G-8. En Venezuela, la transformación radical del sistema político se dio de modo diferente: no hubo, como en Bolivia, un desplazamiento del viejo sistema político liderado por los movimientos sociales, principalmente indígenas. Cada sociedad avanza de manera diferente.

–¿Qué tienen en común?

–Las búsquedas plurales de modelos alternativos de desarrollo económico, redistribución de la riqueza y ampliación de derechos en el marco de la construcción de una modernidad satisfactoria. Pero a partir de nuestras propias fuerzas: ya no hay un texto al cual obedecer, un país al que imitar, un politburó al cual seguir o una Internacional que respetar. Esto no implica caer en un radicalismo posmoderno. La verdad es que después de tantos años en que nos dijeron que no había más historia, o que la historia nos conducía a un lugar determinado, ahora vemos que hay muchas historias, que es posible encontrar cierta unidad en búsqueda de la ampliación de derechos, la redistribución, dentro de una gran pluralidad en cuanto a las formas: quién conduce, cómo, a qué velocidad y con qué tipo de liderazgo. Son las características endógenas de cada proceso las que nos dan la explicación, más que los modelos morales de lo bueno y lo malo. Lo importante es que, cada cual por su lado, todos buscamos lo mismo.

–Pasando a los temas locales, hablemos del indigenismo. Hoy es uno de los ejes de acción del gobierno y supone una conexión con valores tradicionales y con la historia de Bolivia, anterior incluso a la independencia. ¿Cómo se compatibiliza esto con la necesidad de inserción en el orden capitalista? En otras palabras, ¿hay una tensión entre indigenismo y modernidad?

–La realidad boliviana tiene dos grandes cualidades. Una es su diversidad étnica y cultural o, si se quiere, su diversidad nacional-cultural. El otro componente, que no es igual aunque parece lo mismo, es la gran diversidad civilizatoria de nuestro país, que es una sumatoria de modos de producción, lógicas de acumulación, construcciones distintas de autoridad política y de esquemas simbólicos de interpretación del mundo. Estas dos cualidades de la realidad boliviana no deben confundirse. Cuando uno habla de indígenas, no habla necesariamente de lo tradicional o lo arcaico. Hay indígenas económicamente muy modernos, muy mercantilizados, profundamente articulados a la globalización y que, en algunos casos, tienen más capacidad que la burguesía tradicional para aprovechar nichos de oportunidad en los mercados.

–¿Entonces hay un indigenismo moderno?

–Sí. Hay, por supuesto, un aspecto de tradicionalidad, pero tiene que ver con una estructura civilizatoria y no con un grupo étnico. En Bolivia hay tres grandes identidades culturales: la mestiza, la aymara y la quechua, además de 32 más pequeñas. Cada una tiene su lengua y su identidad. Y los indígenas participan tanto en el mundo tradicional-comunitario como en el mundo moderno, mercantil e industrial. Es necesario separar ambas cosas. Una parte del mundo indígena está vinculada a estructuras comunitarias y otra parte a estructuras productivas. Una parte del mundo mestizo está vinculada a estas estructuras arcaicas y otra parte está articulada con el mundo moderno. En Bolivia, evidentemente, hay un renacer de las identidades indígenas, algo que se ha dado en nuestra historia de manera cíclica y que depende de los procesos de acumulación y expansión de la economía y de expansión o contracción de derechos. Pero el indianismo, en sus distintas variantes, reemerge con fuerza en la historia política boliviana desde los ’70. Es una consecuencia del fracaso de los procesos de modernización e igualación emprendidos por la Revolución del ’52.

–Que no era una revolución indígena.

–Claro. Fue una revolución que intentó eludir la cuestión de la igualdad de los pueblos indígenas. Y justamente en querella contra esta falsa resolución surgió el movimiento indígena. Y no surgió inicialmente, como muchos piensan, del mundo campesino, sino del mundo urbano, apoyado en una intelligentzia, en una intelectualidad frustrada por no encontrar el ascenso social prometido y enfrentada a los mecanismos persistentes de discriminación por color de piel, apellido e idioma. Es decir, en la conformación de las clases sociales en Bolivia se comprobaba la existencia de un capital étnico. Desde entonces, el movimiento indígena atravesó diferentes etapas. Una etapa de formación, liderada por las élites; más tarde, a fines de los ’70, su expansión al mundo de las asociaciones comunitarias, especialmente en tierras altas. Luego, un renacimiento de la idea indígena en tierras bajas, a fines de los ‘80, con una lógica vinculada a la conquista de derechos y la confrontación, y no a la transacción. Después viene una etapa en la que se intenta traducir ese movimiento en partidos, pasar del mundo sindical al partidario. Aquí surgen dos vertientes: una que es cooptada por los partidos tradicionales y el proyecto neoliberal, y otra que se radicaliza en la confrontación. Y, finalmente, la última etapa, que le otorga una significación a todo el proceso y permite cohesionar el ciclo de protestas sociales. Esta última etapa está marcada por los episodios de tensión o contienda política que comienzan en 2000, tienen su auge en 2004 y luego ingresan en un período de descenso. Los múltiples indianismos permiten darles un sentido a esos episodios de protesta, construir un discurso unificador y un liderazgo, y entonces proyectar la toma del poder. Esa es la ruta que lleva al ascenso del primer presidente indígena. Es un proceso largo, que en su última etapa llevó más de 20 años. Su desenlace es lo que estamos viviendo hoy.

–Otro componente importante del proceso político boliviano es el anticapitalismo. ¿El MAS lidera un proyecto poscapitalista?

–A Bolivia se le presenta, hacia el futuro, un espacio, un potencial para el desarrollo de las relaciones de producción capitalistas. Pero la diferencia con los gobiernos anteriores es que, en ese espacio del capitalismo, ahora buscamos cambiar ciertas características. La cabeza ya no es la inversión extranjera sino el Estado productivo. Ya no se trata de un capitalismo de camarilla, endogámico y especulativo, como el que se construyó en los ’70, sino de un capitalismo productivo, que reconoce a una diversidad de actores económicos con capacidad de acumulación: el sector empresarial tradicional, por supuesto, pero también otros sectores, como el empresarial no tradicional, que emerge del mundo popular indígena y que ha logrado construir, por encima del Estado, por fuera del Estado y a veces contra el Estado, mecanismos de acumulación muy interesantes, aunque obviamente dentro de la informalidad. Este sector, aunque está menos reconocido, puede ser mucho más eficiente, en términos estrictamente económicos, que el camarillero que medró del Estado. Pero también hay otro potencial no capitalista, o poscapitalista, dentro de la estructura social y económica boliviana, que son las fuerzas comunitarias tradicionales. Entonces, nuestra estructura social tiene, por un lado, un potencial de desarrollo de un capitalismo productivo más diverso que lo que había hasta ahora, pero también un potencial presente en las comunidades no capitalistas. Se encuentran fragmentadas, golpeadas y dispersas, fruto de los años de colonia y república, pero tienen en su interior la potencialidad poscapitalista. Es una estructura muy amplia: 90 por ciento de la economía campesina es de tipo familiar-comunitario.

–¿Pero ese potencial no capitalista es, o puede ser, económicamente relevante?

–Sí, porque no es meramente tradicional o de autosustentación. Es productivo. Nuestro gran reto como gobierno es potenciar esas estructuras poscapitalistas, convertir a la comunidad en una fuerza poscapitalista. Entonces, si se mira este tema desde la sociología, con una visión muy racional, podemos decir que la estructura económica boliviana tiene un espacio para el desarrollo tanto del capitalismo como del poscapitalismo. Esto le da a nuestro proceso una complejidad especial. No es solo una revolución democrática, en el sentido decimonónico. Es una revolución democrática y social. ¿Qué de todo esto podremos desarrollar? No sabemos. Pero creemos que lo central es que se están alumbrando cosas que van más allá de una mera readecuación democrática a un capitalismo maduro ya existente.

–¿Cuál es el rol del Estado en este proceso? ¿Debe guiarlo y orientarlo?

–No. Los que deben guiar este proceso son los movimientos sociales. Nosotros hablamos siempre de un gobierno de los movimientos sociales. Parece una contradicción: todo Estado es por definición un monopolio, mientras que un movimiento social es por definición una democratización y una socialización. ¿Cómo va a haber, entonces, un Estado de los movimientos sociales? Es una tensión evidente, pero es lo que sucede en Bolivia hoy.

–¿Es necesariamente una tensión?

–Sí. Tiene que ser así y no es, como piensan algunos, un defecto, sino una virtud. A esta coexistencia de fuerzas capitalistas y poscapitalistas en la estructura económica le corresponde una tensión, dentro del Estado, entre un Estado de derecho moderno, con monopolio de la coerción legítima y la violencia simbólica legítima, como decía Bourdieu, con una instancia de socialización de las decisiones a través de los movimientos sociales. Esto va más allá del debate de Negri y Holloway, que hablan de un momento de la resistencia de los movimientos sociales, pero no de gobierno.

–¿Esta tensión se resuelve?

–No. Tiene que mantenerse así, viva. Es una contradicción entre socialización y monopolización, concentración y democratización. Son procesos que tienen que avanzar juntos. Les corresponde a los movimientos sociales dirigir esto, pero le toca al Estado, a través de la propiedad de los recursos naturales, garantizar la base de sostenibilidad de este proceso. Esto se hace ampliando la base moderna de nuestra economía en tiempos de globalización, impulsando procesos de modernización –y no, como antes, de exclusión– de la economía familiar urbana, y garantizando la transferencia del excedente económico hacia el sector artesanal y hacia el sector microempresarial. El Estado juega entonces un papel de potenciador de estos núcleos mediante la apropiación del excedente económico y su transferencia. Los que conducen todo esto son los movimientos sociales. El instrumento es el Estado.

–Usted sostiene que los movimientos sociales son los que guían el proceso. ¿Cómo se concreta esto en la práctica? Porque, cuando hay que tomar una decisión, firmar un decreto o emitir una ley, son las autoridades institucionales clásicas, elegidas según los parámetros de la democracia representativa, las que lo hacen y no los movimientos sociales.

–Es posible verificar claramente esta idea de un gobierno de los movimientos sociales. En primer lugar, los grandes lineamientos de acción de este gobierno, en temas como hidrocarburos, agua, tierra o Asamblea Constituyente, son el resultado del ciclo histórico de movilizaciones sociales. El programa no fue inventado por cinco personas que se sentaron a una mesa, sino que fue construido por los movimientos sociales en el gran ciclo de movilizaciones de 2000-2005. Nosotros tomamos eso y lo llevamos al gobierno. El partido se apropió de esos grandes lineamientos, no los impuso. En segundo lugar, esta idea de un gobierno de los movimientos sociales se comprueba si se entiende lo que es el MAS: en el fondo, es una coalición, flexible y negociada, de movimientos sociales. Fuera de eso, el MAS no tiene una estructura partidaria, lo cual no necesariamente es bueno. Pero es así: lo que sostiene al MAS son los movimientos sociales. En tercer lugar, los cambios importantes, como la modificación de la Ley INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) sobre la propiedad de la tierra, que según los opositores iba a ser el escenario de una guerra civil, se hizo a través de la acción de los movimientos sociales. Se hicieron asambleas, ampliados, se acordó una propuesta y se la llevó al Parlamento. El gobierno, a través de los ministerios y los bloques parlamentarios, actuó supeditado a la propuesta de los movimientos sociales. Hay otros ejemplos, como la Asamblea Constituyente, donde nuestra propuesta fue elaborada de la misma forma. Otras decisiones menos relevantes, obviamente, quedan a cargo de un aparato burocrático-político normal. Pero los grandes procesos de reforma pasan por un proceso de movilización previo que implica deliberación y que genera un respaldo. Son resultado de la acción de los movimientos sociales. Finalmente, los propios mecanismos de designación de funcionarios para la administración pasan por los movimientos sociales. Antes, si uno quería ser director de algún ministerio o subsecretario de algo había que ser pariente o amigo del presidente o del ministro, o miembro del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) o de ADN (Acción Democrática Nacional). Ahora, para llegar a la administración pública es necesario tener el apoyo, por ejemplo, de la confederación campesina. No es que los mismos militantes estén siempre en los cargos, sino que ellos son los que procesan y seleccionan: pueden ser funcionarios que no son del partido, que son de clase media, y de hecho es así en muchos casos. Pero han tenido que pasar necesariamente por la selección de los movimientos sociales. Estos cuatro niveles muy prácticos –las líneas estratégicas del gobierno, su estructura interna, la forma de consensuar los grandes cambios y la selección del personal– están definidos por los movimientos sociales.

–¿Cuál sería, desde su punto de vista, un desenlace positivo del proceso constituyente?

–Desde que llegamos al gobierno hemos definido una estrategia de distribución pactada del poder. Lo que Bolivia está atravesando hoy es, en esencia, un proceso de amplia y generalizada lucha y redistribución del poder. Es algo que va más allá de un gobierno. Y la historia nos enseña que la lucha por el poder puede tener tres desenlaces clásicos. Que el sector emergente desplace directamente, mediante cualquier medio posible, al bloque anterior. Que este bloque de poder antiguo logre derrotar, contener, cooptar o aplastar al bloque emergente. O que entre ambos se logre redistribuir el poder. Como gobierno, hemos optado por la tercera opción. Apostamos a un proceso de redistribución pactada del poder con un nuevo núcleo articulador: el movimiento indígena.

–¿La idea no es imponer una reforma?

–No. Nuestro objetivo es pactarla. Hemos dado pasos importantes en este sentido y estamos dispuestos a dar otros. Lo que pasa es que hay que ver a distancia lo que está ocurriendo en Bolivia: una ampliación de élites, una ampliación de derechos y una redistribución de la riqueza. Esto, en Bolivia, es una revolución.

–¿Es una ampliación o un recambio de elites?

–Una ampliación. Hay pedazos de la anterior que van a mantenerse, pero ya no van a definir ellos solos el camino. Lo que tienen que entender las viejas elites es que ahora deben compartir las decisiones con los indios. Nunca más van a poder tomar decisiones sin consultar a los indígenas. Si lograran entender eso, no habría complicaciones.

–¿Y usted cree que lo están entendiendo?

–Cuesta. Están muy acostumbrados a mandar solos, por tradición, por herencia, por hábito, por costumbre y por formación. Los indígenas siempre eran los que atendían la mesa, cocinaban, cuidaban a los niños, eran albañiles. Que ahora sean presidentes, ministros o cancilleres obviamente golpea esta lógica. Pero es la lógica de la igualdad y la democracia. En el fondo, estamos ante un amplio proceso de igualación social y democratización de las decisiones. Hay sectores que lo entienden y lo aceptan. En rigor de verdad, hay un sector de nuestro bloque que cree que, ahora que llegó el momento, hay que acapararlo todo. Es un gran error, porque muchas veces genera mayores condicionamientos. Pero creo que gradualmente, por aproximaciones sucesivas, vamos construyendo un proceso en el cual el bloque desplazado del control absoluto y el bloque emergente pero que tampoco va a tener el control absoluto, articulan mecanismos para redistribuir el poder. Porque el problema central, como dije, no es tanto la distribución del poder, sino la aceptación de un nuevo núcleo articulador, que es el movimiento indígena.

Debates: entrevista con Raúl Zibechi y Alvaro García Linera

La toma del poder, el sujeto y la lucha de clases (1)

Ricardo Martínez Martínez*

Los actuales movimientos sociales latinoamericanos han puesto sobre la palestra temas relativos a su conducción, avances y retrocesos, experiencias vividas, caminos recorridos y rutas trazadas. También, los activistas políticos y los intelectuales de diversas concepciones, debaten explicaciones sobre la génesis y el desarrollo de los actores sociales que pelean por sociedades libres y por mejores condiciones de vida para las generaciones futuras. Tres temas son recurrentes al calor de las luchas latinoamericanas y tal vez del mundo: la toma o no del poder para impulsar el cambio social, la idea del sujeto como motor activo del cambio y la vigencia u obsolescencia de la lucha de clases. Al Filo entrevistó, en el marco del Foro América Latina en Movimiento, convocado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, a dos de los más leídos y controvertidos intelectuales latinoamericanos: el periodista del diario uruguayo Brecha, Raúl Zibechi, y el sociólogo y matemático boliviano, Álvaro García Linera. Esperamos que este debate se continúe y enriquezca con las opiniones de los lectores.

El Debate Sobre el Poder

Raúl Zibechi. Con el actual grado de complejidad de las sociedades, no hay una formulación exacta de Poder. El término que manejo es el Poder como la capacidad de acción, la capacidad de hacer y el Poder como dominación. El Estado como tal es un lugar del Poder como dominación. Ahora, esto no es la norma general, porque el Poder no es solamente una cosa, una materialidad, sino que es un fluir de relaciones sociales que no transcurren de manera homogénea, por lo que no hay un lugar del Poder como capacidad de hacer puro o del Poder como dominación pura; muchas veces se interrelacionan contradictoriamente o se expresan en diferentes niveles y de diferentes formas. Mucho se habla y es tema de debate tomar o no el poder estatal. Yo creo, por mi trabajo con y en los movimientos sociales, que no es el momento para la toma del poder, que no quiere decir que en otro momento histórico se descarte. Me refiero a que ésta no es la tarea principal de los actuales movimientos sociales, por lo menos en Latinoamérica. Yo creo que en la etapa histórica que vivimos hay que fortalecer el Poder como la capacidad de hacer de la gente y, dentro del Poder hacer, sus aspectos emancipatorios. Pero también creo que es inevitable tener una interacción con el Estado, de hecho la hay en todos los movimientos sociales, incluidos los zapatistas, ya que en algún momento interaccionan con el Estado, en este último caso, para hacer valer los derechos de las culturas indígenas. Por tanto, en el fluir de relaciones sociales, la capacidad de hacer afecta al Poder estatal y lo reconfigura o modifica, según la fuerza emancipatoria del movimiento social en cuestión.

Álvaro García. Yo preferiría centrarme en el debate contemporáneo sobre el Poder en términos de la toma o no de éste. En los últimos cien años, la izquierda tradicional orientó su estrategia política en función de la toma del Poder, sobre todo en el sentido de que haciéndose cargo de las estructuras y de la institucionalidad estatal -a partir de esa capacidad de mando que se tiene allí- se iban a poder implementar nuevas relaciones emancipatorias y también transformaciones en la sociedad. Está claro que esa vía fracasó en la mayoría de los intentos. Buena parte de la crítica que hace el movimiento zapatista es en torno a esta lectura cosificada del Poder, como un objeto que se toma, apropia. Pero el problema no se centra en si se debe o no tomar el Poder. El problema es un poco más complejo. Si nos quedamos meramente allí, en esta lectura de la cosificación del Poder sin explicarla, decostruyéndola, seguimos manteniendo la idea de que el Estado es una cosa. Sí es una cosa, pero es más que eso. El Estado también es una idea y también es una relación. Quienes se preocupan del Estado como cosa son los burócratas, son los funcionarios; y buena parte de los dirigentes de partidos formales han teorizado su acceso a puestos de mando a partir de la toma del Poder. Está claro que eso no revoluciona a la sociedad, no la transforma. Cuando la sociedad se pone en movimiento se desestructura a las instituciones, se desestructura al aparato del Estado y se crean otras relaciones sociales y, por supuesto, otras relaciones de poder. La pregunta específica es: ¿Los movimientos sociales deben tomar el poder? En verdad no lo pueden tomar como una cosa, pero ¿significa eso que no hay que luchar por la construcción de nuevas relaciones de poder político, estatales o semiestatales? Allí está lo más complicado. Ese es el verdadero debate. ¿Debe la sociedad pelear por nuevas estructuras de poder, estatales o no estatales? Este es el verdadero debate que ubica al movimiento. Hay posiciones que dicen: ‘hay que moverse al margen del Estado’; mientras que otras posiciones plantean: ‘hay que ocupar, hay que transformar las estructuras de Poder y hay que construir un nuevo Estado’. Estas últimas saben que no es simplemente ocupar una máquina como una cosa, sino que hay que trasformar la relación de poder de fuerzas que esa máquina expresa. Yo siento que los movimientos y las luchas sociales actuales de emancipación tienen que preocuparse ante todo por transformar la correlación de fuerzas políticas de la sociedad, una lucha por nuevas relaciones de poder. Estas darán lugar a nuevas estructuras institucionales. No hay que temerle a esas nuevas estructuras institucionales, obviamente tampoco anclarse en ellas como el objetivo final, sino que el objetivo estratégico sea la modificación de las relaciones de fuerza en la sociedad, de las relaciones fluidas del poder y eso dará una nueva estructura institucional, para luego modificarla ininterrumpidamente.

El Sujeto Social de Cambio

Raúl Zibechi. El tema del sujeto está muy vinculado a la identidad y yo creo que en las sociedad actuales heterogéneas, complejas, diversas, el tema del sujeto es complejo. Siguiendo lo que recién decía Álvaro de lo que es el Estado, un proceso de cambios, de fluir, yo creo que no hay un sujeto constituido de una vez y para siempre, sino que hay sujetos heterogéneos múltiples, además están en autotransformación permanente. A lo largo de un proceso histórico, los sujetos se van transformando en sí mismos con base en diferentes situaciones y en diversas coyunturas. Por ejemplo, si tomamos el caso de Bolivia, el sujeto que se manifestó en la llamada Guerra del Agua (movimiento social en defensa de los recursos acuíferos, ríos, lagos, mantos, etc.) no es el mismo que se manifestó en la Guerra del Gas (el levantamiento indígena por la nacionalización de los hidro-carburos). Si también analizamos al movimiento piquetero argentino, observamos que éste se ha ido transformado a lo largo de cuatro o cinco años. El sujeto de las asambleas barriales, para hablar un poco de las asambleas de la clase media y baja, también se ha ido transformado. Con estos ejemplos quiero hacer notar que los sujetos no tienen ahora una adscripción estructural fija y tampoco una identidad fija y permanente a lo largo del tiempo. Entonces, esto nos lleva a ser muy observadores, tener una mirada de niño, abierta, despejada, creativa para captar los cambios que viven los sujetos sociales.

Álvaro García. En primer lugar, ningún sujeto preexiste a la lucha. Los sujetos se construyen en la lucha, llámese movimiento indígena, movimiento popular urbano o movimiento obrero. Todo sujeto existe en el momento en que se enuncia y actúa colectivamente en la lucha. Los sujetos no existen puestos así en la sociedad y luego se lanzan a la lucha. Cuando la gente lucha se va constituyendo el sujeto. No hay sujeto histórico que no exista en la lucha para dominar y para explotarte o para resistir o para construir autonomía. Todo sujeto es un producto de la lucha, no antes. En segundo lugar, todo sujeto es una doble composición objetiva y subjetiva. En el sujeto hay fuerza, ímpetu, poderío para autoafirmarse y transformar las circunstancias que han hecho a las personas. Pero simultáneamente el sujeto es también un producto de esa objetividad en la que vive, el mundo que lo rodea. No se puede separar el sujeto del objeto, hay sujeto en tanto hay un esfuerzo por determinar al objeto, es decir, busca cambiar sus condiciones de vida. Asimismo, el objeto también está determinando al sujeto, al imponérsele como podrían hacerlo las circunstancias de dominación capitalistas. Esto es algo del intenso debate actual. Pero yo creo que no se pueden separar, por un lado, la estructura y, por otro, el sujeto. La lucha del sujeto en esas o contra esas estructuras, da lugar a la existencia de sí mismo y a su afirmación. El sujeto, también en parte es subjetividad y, en parte, objetividad. Pero es una subjetividad en lucha permanente contra la objetividad que lo ha determinado de cierta manera. Esto es un debate filosófico que en la práctica lo observamos históricamente. ¿Cómo existen el movimiento indígena, popular u obrero?, ¿Cómo se han ido construyendo? Pues a partir de la ruptura con sus determinaciones que lo afirman como sujeto actuante en esas determinaciones, a saber, por las estructuras que los oprimen y buscan modificar.

Vigencia de la Lucha de Clases

Raúl Zibechi. Yo creo que la vigencia de las clases sociales es también móvil y no es única. Hay sujetos que tienen un carácter de clase sin duda, pero el carácter de clase no es suficiente para constituir un sujeto, es decir, no es la única dimensión en torno a la cual se constituyen los sujetos de cambio. Los sujetos se constituyen en torno a una multiplicidad de cuestiones. Si tú ves a la multitud como un sujeto transitorio, pero sujeto al fin, ésta tiene un componente tan heterogéneo y tan variado, pero no de agregaciones individuales, sino de agregaciones comunitarias colectivas, que impiden definir un sujeto en términos de clase. Por ejemplo, las mujeres de los barrios pobres o de los mineros tienen un referente de clase, pero también tienen un referente de género. O las mujeres indias, tienen un referente étnico de pueblo indígena, pero también tienen un referente sin duda de género y también si son jóvenes tienen un referente generacional, entonces yo creo que las definiciones muy fijas, muy duras, no ayudan a comprender lo que está sucediendo en torno al sujeto o a los actuales movimientos sociales. No nos corresponde a nosotros, a quienes acompañamos a los movimientos, a los intelectuales, definir al movimiento; el movimiento tiene que definirse por sí mismo y si no le interesa definirse es cuestión del movimiento.

Álvaro García. No es posible leer a los sujetos, a los movimientos, al margen de la lucha de clases. El caso de Bolivia es muy claro. Los movimientos sociales son formas de articulación histórica de determinadas características de la lucha de clases. Ojo, no solamente de una clase, sino de múltiples clases que en esa lucha como movimiento social se afirman en tanto clase, pero en tanto clase articulada a otras clases. Entonces es una falsa disyuntiva decir o lucha de clases o movimientos sociales. En verdad, los movimientos sociales son un nombre particular de la lucha de clases, pero complejizado porque puede haber movimientos sociales específicamente compuestos por muchas clases. El viejo sindicalismo era un movimiento social clasista, pero actualmente puede haber movimientos sociales donde se articulan sin necesidad de diluirse, una en otra, varias clases sociales; esto es lo que pasó en el caso de Cochabamba en Bolivia, una auténtica lucha de los sectores trabajadores y campesinos que actuaron fusionados en torno a ciertos temas. Allí había luchas sociales clasistas. Hay que romper las falsas disyuntivas. Es vigente la lucha de clases, solamente que sus formas de expresión histórica varían mucho en función de ciertas características y contextos concretos.

(1) Entrevista realizada en septiembre del 2005
* Ricardo Martínez Martínez es periodísta de Radio Educación

Evo es una criatura de la Historia que a todos nos modela

Entrevista exclusiva con Álvaro García Linera, vicepresidente de la República de Bolivia

Luis Báez y Pedro de la Hoz • La Paz

A la vera de Evo Morales, en su condición de Vicepresidente de la República de Bolivia, se halla Álvaro García Linera. Para algunos analistas acostumbrados a juzgar la realidad boliviana a partir de tópicos, todavía resulta incomprensible la articulación de la fórmula que conquistó en las elecciones de 2005 el voto de las mayorías y mucho menos se explican su consolidación a lo largo de dos años y medio de gestión gubernamental: el indio y el blanco, el dirigente popular de base y el intelectual académico.

Hay quienes ponderan su inteligencia, valoran su capacidad discursiva, califican sus cualidades políticas y resaltan su militancia y servicio a favor de los cambios que ha emprendido el país. Ha sido objeto, sin embargo, de duros ataques y oscuras sospechas que apuntan tanto hacia el pasado del Vicepresidente como a su actuación en el Gobierno.

Es interesante su perfil. Nació en Cochabamba el 19 de octubre de 1962. Cursó estudios básicos y de nivel medio en la escuela Don Bosco y el colegio Agustín de Cochabamba, Se licenció en Matemáticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde realizó estudios de posgrado en Ciencias Puras. Pero desde siempre mostró vocación por la Sociología y las Ciencias Políticas, áreas en las que ha ejercido la docencia.

Hoy día es indudable su protagonismo en la vida de la nación.
Sus criterios adquieren un valor inestimable, aunque también en la conversación afloraron necesariamente aspectos de su biografía política, imprescindibles para arrojar luz acerca de su compromiso con el proceso.

¿Cómo explica que siendo blanco, de clase media, e intelectual se haya involucrado en un proyecto de raíz popular e indígena?

Crecí en una sociedad pigmentocrática, donde el color de la piel visibiliza la estructura de clases de la sociedad, la distribución del poder económico y político. Es un modelo que se consolidó durante décadas, siglos, una percepción de la distribución de roles, de funciones de las personas: los indios para el trabajo en el campo, obreros, artesanos, sirvientes, de la piel un poco más entremezclada en funciones intermedias, ámbito intelectual; las personas mas blanqueadas, poseedoras del poder, del control y del dominio social.

Así como en los años 60, cuando surgieron las luchas armadas en Latinoamérica, hubo una fuerte radicalización de las clases medias, que se incorporaron en las luchas campesinos y obreras, en nuestro país sucedió en las últimas décadas algo por el estilo.

Es evidente que esto ha sido fruto de un proceso histórico; uno no estaría hablando de estas cosas, si no hubieran habido sublevaciones desde los años 70, ni el despertar del movimiento indígena que increpa a las elites.

¿Cómo influyó en usted el reclamo indigenista?

No es solo mi caso, sino el de un núcleo de personas de clase media convocada, arrastrada por ese despertar indígena y popular, que ha aprendido al sumarse a este. A medida que ese influjo popular e indígena irrumpe en la escena política y se expande, se presenta no solamente como un demandador de igualdad, sino como un proponente de una sociedad más equilibrada y beneficiosa para la inmensa mayoría de los bolivianos.

¿Qué opinión tienen de ustedes las elites clasistas?

No nos perdonan. Piensan que somos traidores de clase por pelear a favor de los pobres. Las clases altas y tradicionalmente dominantes, no nos han perdonado y nos han sancionado muy drásticamente. No pueden concebir que se hable de la igualdad de las personas, que se combata el neocolonialismo, las diferenciaciones y el modo pigmentizado de ejercer el poder.

¿Ha logrado el proceso de cambio liderado por el actual gobierno romper esa percepción racista de la sociedad?

Es más fácil introducir cambios en la estructura económica y favorecer a amplios sectores, como lo hemos hecho, mediante políticas sociales de amplio consenso popular, que transformar las estructuras mentales heredadas del pasado. Constituye un fardo pesado la estructura de clases del país, que se ha mantenido a lo largo de nuestra historia, independientemente de la fundación de la República, de la Revolución del 52 que democratizó la vida política y distribuyó tierras. Esa estructura persiste y se refleja hasta el día de hoy en muchos de los hábitos de todos. El testimonio de que eso no ha desaparecido aún es lo que ustedes han visto en Sucre el 24 de mayo de 2008, cuando las supuestas clases cultas hacen arrodillar a indios, quieren imponernos a todos la imagen que ellos tienen del indio sumiso ante el poderoso. Esa es la historia de nuestro país. Evidentemente, la lucha de los pueblos indígenas y de los sectores populares se encamina a transformar ese estado de cosas y conseguir nuevas formas de comportamiento cotidiano.

¿De qué manera se fueron articulando a la lucha los sectores de la clase media?

Yo creo que en el 2000 la llamada Guerra del Agua, en Cochabamba, fue un momento definitorio. Allí participó el movimiento campesino, cocalero, indígena y fabril, para evitar la privatización de un bien de primera necesidad. Luego vinieron las sublevaciones aquí en el altiplano, y en lo adelante se hizo visible la construcción de un liderazgo político, intelectual, moral e indígena. Cada vez fueron más los sectores identificados con la demanda indígena. Eso lleva a la victoria en las urnas, del compañero Evo Morales en el año 2005. Donde triunfan los movimientos populares e indígenas, con el apoyo de importantes sectores de las clases medias, e incluso de algunos sectores de clase alta, democráticos, que se sienten atraídos, convocados por este proyecto de igualdad.

¿Fue lineal ese proceso?

Evidentemente ha sido un proceso largo, complicado y con muchas idas y venidas, no es un proceso definitivo. Hay avances y retrocesos. En lo personal nos toco jugar un papel, articular en los años 90 la cercanía al movimiento indígena. Hacía tiempo que la izquierda no veía a los indios, porque también la izquierda era muy señorial en Bolivia, de buen apellido. Nosotros éramos una generación pequeña, que no había bebido de la totalidad de estos prejuicios. Fuimos un pequeño grupo, influido por el movimiento indígena de los años 70, el indianismo y el katarismo, tendencia esta última que reivindicaba la figura de Tupac Katari, un aymará que desafió al poder colonial español en 1781.

Comenzamos a acercarnos al movimiento indígena. Éramos ovejas negras en medio de un rebaño blanco. Ahora yo diría que es una cosa mucho más organizada, porque ya el rebaño es más grande, hablo de un sector cada vez más numeroso y sensibilizado. Ahí radica su virtud y su fuerza.

¿Usted fue guerrillero?

Influidos como ya dije por katarismo de los 70, una década después creamos unos núcleos de propaganda y difusión en las fábricas y en las comunidades. Situémonos hacia la medianía de los 80, en el momento en que se da una involución social con la llegada del neoliberalismo al país y se cooptan las dirigencias sindicales; se aniquila moral y políticamente a la izquierda. Aquí se quebró en 1984 la izquierda tradicional.

En ese momento, nos vinculamos mucho al sector indígena, intentamos hacer una cercanía entre la lectura marxista, pero a la vez recogiendo las lecturas sobre lo que Marx llamaba las identidades difusas, nacional y campesina. Aprendimos con insumos del indianismo y el katarismo, de ahí salió un cóctel tal vez interesante, que nos permitió comprender que con el neoliberalismo se cerraba una época, que no era cuestión de un mero gobierno. Me acuerdo de que redactamos un texto donde decíamos que el neoliberalismo despertaría a Tupac Katari; estaba escrito en un cuaderno que se llevó la represión cuando nos agarraron presos.

¿Hasta dónde pudieron proyectarse?

Sacamos la conclusión de que había que prepararse para una sublevación. Todo nuestro trabajo consistió en elaborar la doctrina, en articular marxismo e indigenismo, separados durante décadas en Bolivia, y crear mecanismos semiclandestinos en las comunidades con capacidad movilizativa para cuando llegara el momento. La idea de una sublevación recorrió nuestro ideario, le pusimos el nombre de guerra de ayllus, y la acción iba a estar territorializada en los núcleos comunitarios.

Nuestra estructura política tenía varios niveles: por una parte la construcción teórica intelectual y la elaboración de panfletos y libros; por otra, la formación de cuadros políticos; y en un tercer nivel, la preparación para la lucha armada. Yo participé en la concepción teórica y la formación de cuadros. Pero nos apresaron.

¿De qué se les acusó?

Nos levantaron cargos por violar 17 artículos del Código Penal, comenzando por terrorismo, atentado, y falsedad ideológica. Nos llevan a una cárcel de máxima seguridad, la de Choncocoro, donde permanecimos cinco años a la espera de que demostraran cualquiera de las acusaciones. Nunca pudieron hacerlo a lo largo de 15 audiencias. Nunca lograron presentar más que burdos informes policiales, que me colocaban simultáneamente en cinco lugares como si poseyera el don divino de la ubicuidad.

Fue una pantomima montada por el gobierno de Jaime Paz Zamora, con el intento de encerrarme en la cárcel. Después de cinco años, salimos de la cárcel, todavía con juicio pendiente. Pasaron otros cinco años esperando por el enjuiciamiento y exigimos a los tribunales y los fiscales de que la investigación avanzara. Exigíamos un resarcimiento y un castigo a las personas que nos encerraron y torturaron.

¿Cómo conoció a Evo Morales?

Conocí a Evo en el 2000, en los días de la llamada Guerra del Agua. Saliendo de la cárcel me vinculé con los fabriles de la ciudad de Cochabamba y a través de los fabriles con los regantes (campesinos que dependías del regadío para sus producciones), que habían peleado desde hacia tiempo atrás por el control de los recursos hídricos, debido a las amenazas contra su propiedad. Ahí nosotros hacíamos trabajo académico, hicimos un libro de investigación sobre el mundo fabril alertando contra la desproletarización llevada a cabo por el sistema neoliberal.

Coincidí con Evo, en las movilizaciones, en las barricadas, aunque yo por supuesto le había seguido la pista desde 1988, cuando creamos estructuras de organización clandestina en el Chapare, ya lo habíamos detectado como un dirigente muy carismático.

¿Él lo escogió a usted para postularse como Vicepresidente?

Me acuerdo que con el compañero Evo hacíamos reuniones permanentes de evaluación política, que se intensificaron más en 2002 cuando lo expulsan del Parlamento. En 2005, cuando se estaba armando, acordamos que a su candidatura del Evo tenía que acompañarle un segundo que contribuyera a articular a otros sectores sociales, fundamentalmente clase media y al Oriente del país. Evaluamos nombres. Faltando un mes para el inicio de la campaña, el compañero Evo se me acerca y me dice: “Álvaro tenemos un problema, no estamos pudiendo encontrar al candidato, alguien de clase media, empresario progresista o del Oriente. Lo que pasa es que algunos cumplen solo una parte de los requisitos” Entonces me llevó a su cuartito, de su histórica casa, estábamos preocupados pensando en quien podía ser y me dijo: “Algunos compañeros están pensando que tú puedes ser un candidato’. Le dije: “Ni loco, compañero, hay que trabajar. Sigamos buscando, si todo falla y no queda nadie mas, evidentemente yo voy a hacer lo que me manden y lo que se decida colectivamente”.

De no haberse dado esa eventualidad, ¿usted seguiría trabajando junto a Evo?

Trabajaría igual, en tareas que ya tenía en el análisis político, en la evaluación de situaciones. Miren, Hay un lugar en donde Álvaro García se ubicaba muy cómodamente, en la cátedra, teniendo tiempo para leer mucho, en la investigación, en el aporte de informaciones. Yo tenía mi vida planificada para los próximos cuatro años. Resulta que el presidente Evo me da otra tarea y la asumimos, con una humildad infinita y con el mismo compromiso de toda la vida. Las necesidades del proceso hacen que uno asuma lo que cada momento colectivamente se considera necesario.

Se rumora que usted, lo mismo que el Ministro de la Presidencia, representan al magnate norteamericano George Soros en el gabinete. Que usted apuesta por convertir a Bolivia en un narcoestado.

En mi vida he visto ni he entrado en contacto con Soros. Como académico asistí a una conferencia internacional en la ciudad mexicana de Mérida en 2002 donde es posible que haya habido gente de Soros, pero también de muchas otras organizaciones del más variado pelaje político e ideológico. Lo del narcoestado es ridículo, una invectiva mortificante y gratuita.

Otro rumor habla de nepotismo en el gobierno.

Desde que asumimos el poder con el compañero Evo Morales, nos pusimos una serie de objetivos. Una lucha implacable contra la corrupción, no importaba quién, si fuera el amigo, el conocido, el familiar, quien sea. Había que cortar de raíz cualquier tipo de corrupción, a cualquier persona y en cualquier lugar. Nuestro Presidente, a las tres semanas de gobierno, expulsó a su Viceministro de Transporte, por ejercer cierto tipo de extorsión. Eso hasta el día de hoy continúa de manera tajante, inflexible, inclaudicable.

Me acuerdo que en lo personal, alguna vez comenté con la familia, que a ellos había tocado un triste destino: primero, sufrir por la presencia del hijo en la cárcel, la viejita que tenía que llevar la comida cada 15 días y sufrir; segundo, que aún en gobierno, cualquier familiar de Álvaro García Linera estaba excluido de tener la más mínima presencia en una función pública. Es mas, hemos instruido que cualquier familiar que se acerque al gabinete sea expulsado de inmediato.

¿Hacia dónde va el proceso boliviano?

La meta perspectiva e irrenunciable es la justicia social. Pero no es solamente un problema de justicia histórica de los pueblos indígenas. En esta coexistencia tensa entre estado, monopolio y esfera pública no estatal, se juega la posibilidad de que este post neoliberalismo sea con el tiempo un poscapitalismo, porque el socialismo no es un tema de decretos, es un tema de voluntad, es un tema de construcción de la sociedad, de reapropiación de sus capacidades por encima del estado. Ahora se está jugando la suerte del poscapitalismo en Bolivia, porque en Bolivia habrá socialismo solamente cuando haya obreros organizados e indios organizados en el contexto de los recursos públicos.

¿Siente en este proyecto el legado del Che Guevara?

El Che es un referente irremplazable. Y cuando se aspira a reparar todo tipo de injusticia, su ética es necesaria. En el orden personal, me interesan y he estudiado los escritos económicos del Che, sus agudas polémicas.

¿Cómo valora la personalidad de Evo?

Escribí un textito que se llama "El evismo" donde analizo dos dimensiones de la figura de Evo, la histórica procesual y la histórica individual personal. En la primera, no se puede entender a Evo sin 30 años de formación y elaboración del movimiento indígena y sus vertientes, desde la vertiente culturalista que rechaza la política y se dedica a recuperar la memoria cultural de nuestro país distanciado del Estado, al que considera como algo impuro, hasta la corriente más radicalizada que afirma que Bolivia solo es un país de indios. En medio de estos dos extremos, ha habido un despertar, múltiples corrientes, y la virtud de Evo es que ha representado la capacidad de articulación y de síntesis que encarna la voluntad general de nación.

Evo viene del sindicalismo reivindicativo pero tiene la habilidad de articularse con los regantes, con los fabriles, con los alteños, con los indígenas del altiplano en un proyecto común. Mientras otros líderes se repliegan a lo suyo, el compañero Evo lo que hace es ver las distintas fuerzas emergentes y buscar su ensamblaje y esa es una virtud muy personal pero también una virtud histórica. Evo es una criatura de la Historia, al tiempo que la historia ha sido modelada en parte, como dice Sartre, por el propio individuo. Y diría más. Evo nos modela a todos con su liderazgo.